Hace unos años, el equipo de investigación, compuesto por los doctores Jesús Guadalupe Pérez-Flores, Laura García-Curiel, Emmanuel Pérez-Escalante y Elizabeth Contreras-López, con antecedentes en diversas disciplinas científicas, se reunió con la convicción de que la divulgación científica es esencial por diversas razones. Reconociendo su importancia para hacer que el conocimiento científico sea accesible, estimular la curiosidad y el pensamiento crítico, generar apoyo público a la ciencia, abordar la desinformación, inspirar futuros científicos y promover avances, decidieron crear un espacio destinado a compartir el asombro de la ciencia, en donde también pudieran invitar a otros investigadores para realizar esta labor. Su objetivo principal se centró en eliminar las barreras que separan a la comunidad científica del público en general, promoviendo un diálogo abierto y beneficioso para todos.
La iridiscencia, observable en ejemplos como las manchas de aceite, las burbujas de jabón, las alas de mariposas, las superficies reflectantes de discos láser como CDs o DVDs, y en materiales tornasol, se debe a múltiples reflexiones de la luz en superficies semitransparentes, lo que altera los colores visibles mediante cambios en la fase e interferencias de la luz. Este fenómeno se convirtió en el símbolo de su proyecto de divulgación científica llamado IridisCiencia.
El nombre provino de un juego de palabras inspirado en la iridiscencia, ya que buscaban reflejar la diversidad y la maravilla de la ciencia en todas sus disciplinas, comparándolas con los colores del arco iris.
En otras palabras, su objetivo fue crear un espacio de divulgación de la ciencia que abarcara múltiples facetas, resaltando su belleza y su accesibilidad en un espectro diverso de disciplinas, similar a cómo la iridiscencia muestra un espectro de colores según el ángulo de iluminación.